“¿Qué me pasa?, ¿ Por qué estoy triste?, ¡ No me ralles!, ¿ Quién soy yo?,  ¿Tu crees que le gusto?, ¿ Por qué me hace esto a mi?, no me gusta mi cuerpo, …”

  1. UNA HISTORIA CUALQUIERA
  2. QUÉ PASA EN EL CEREBRO DEL ADOLESCENTE
  3. PAUTAS PARA PADRES Y EDUCADORES

 

  1. UNA HISTORIA CUALQUIERA

Jorge se levanta por la mañana para ir al colegio. Está cansado porque no ha dormido bien. El entrenamiento de fútbol de ayer fue duro. Juan, su amigo, le hizo una falta dura que provocó su retirada del entrenamiento “Vaya flipao es este tio” piensa mientras intenta incorporarse con dolor en la rodilla derecha. Hoy no tiene ganas de nada hoy.  Escucha movimientos por la casa y piensa “Qué plastas!”. Coge el móvil un momento y ve un mensaje en el whats “Love you. Buenos días. Cómo estás? Supongo que no te animas a bailar, jejeje” Contesta casi sin pensar “No estoy para bromitas. Duele mogollón.” Al momento su padre abre la puerta y le dice “Date prisa o no llegamos.” Él sólo lo mira friamente y contesta “Voy”. Tiene la sensación de no saber qué hacer con su vida. No entiende por qué debe estudiar bachillerato si a él no le gusta estudiar y encima Blanca, su  novia, todo el tiempo le achucha con “me quieres o no me quieres”, “ayer te escribí y no contestaste”. No sabe si quiere seguir con ésto o dejarlo. Sus amigos todo el día hablan de lo mismo, que si Mesi, Ronaldo, fue justo el penalty,… En un momento su vida se convierte en un mar de preguntas y su estómago se enconge y siente que su cabeza no puede parar de pensar en todo y en nada en un segundo. La rodilla, “máldito dolor”, no le deja andar con tranquilidad. Se dirige al baño con dificultad y decide llamar a su padre y comunicarle que no se encuentra bien, que le duele mucho y que no quiere ir al colegio “A ver, déjame ver” contesta su padre. “Parece un poco inflamado pero nada más. Ponte la crema y tómate un antinflamatorio pero al cole hay que ir. Tienes examen hoy y no está el horno para bollos.” Siente como un fuego recorre su cuerpo desde la cabeza a los pies que le produce un suave temblor en las piernas y, casi, sin darse cuenta, se encuentra diciendo: “Pues no, no es justo, me duele mucho, no puedo concentrarme, ¡me duele la cabeza!”,  su padre, sin perder la calma le contesta: “Lo siento, campeón, es lo que hay”. No entiende nada, nunca se siente comprendido en los momentos delicados y su padre, por el que sentía admiración, se ha convertido en alguién egoísta y poco comprensivo.

De todas formas conociendo su cabezonería decide no luchar y pasar de todo ”Muy bien pues el examen me saldrá de pena” contesta. El padre le replica mientras se va hacia la cocina “Estupendo, tu verás lo que haces con tu vida”.

Y él ¿ qué va a hacer con su vida ? Siente que nada es seguro y no confia en sus posibilidades. Aunque en casa va de hermano mayor seguro y decidido las cosas a veces no le salen bien, se siente inferior a su hermana pequeña que es una crack estudiando y le molesta que su madre sólo se preocupe si estudia, estudia y estudia. Aún así hay días mejores, piensa. Ayer, sin ir más lejos,  todo iba como la seda hasta que el bestia de Juan le fastidió la rodilla. Había aprobado lengua y su tutora lo felicitó en una pausa de la clase. También estaba eufórico porque había conseguido entradas para ver a su DJ favorito. Y encima había ganado al juego on line con sus amigos. Se sentía fuerte, poderoso, con ganas,…

 

  1. QUÉ PASA EN EL CEREBRO DEL ADOLESCENTE

Algunos expertos la llaman época de transformación, otros el camino hacia la autodeterminación. Sea lo que fuere lo que sí se constanta en todas las casas donde habita un adolescente es que la adolescencia es un periodo de cambio, de afirmaciones, de dudas, de encuentros y desencuentros. Las bases fisiológicas y hormonales del ser humano están en ese periodo en plena efervescencia y el desarrollo cerebral sigue su proceso dotando poco a poco a la persona de más recursos para comprender y gestionar su vida. Es un proceso que yo diría tiene dos focos importantes:

Uno sería el abandonar la época de la niñez y de la dependencia emocional de los padres, con los vaivenes e inseguridades que ello ocasiona. A veces actúan como adultos y al minuto siguiente como niños.

Y dos el ir adquiriendo paulatinamente un grado mayor de identidad y de autoconcepto. De ahí vienen sus preguntas respecto a él y al mundo que le rodea.

En todo este proceso su cerebro emocional va construyéndose poco a poco aunque uno de sus puntos débiles será su autoregulación. Una característica común de muchos adolescentes es su impulsividad o falta de regulación de sus emociones. Hasta los 18-20 años, más o menos, su sistema nervioso no está lo suficiente maduro y por tanto no puede ayudarle a gestionar de forma más eficaz su mundo emocional. Las emociones se expresan en todo su esplendor aunque no con la suficiente consciencia o seguridad lo que provoca desorientación en el adolescente pero también en las personas que lo rodean que no saben cómo ayudarle o guiarle en su desarrollo.

El adolescente ya posee la suficiente gama de emociones como para dar sentido a su mundo emocional, sin embargo su expresión se reduce frecuentemente a dos tipos de emociones. Las ligadas al amor o bien a la rabia o el enfado. De ahí vienen las expresiones del adulto. “Es que no hay quién le entienda”. Sin embargo nosotros  olvidamos que en su día fuimos adolescentes y que nuestras inseguridades gobernaban también nuestro día a día.

El descubrimiento emocional del adolescente es un trabajo enriquecedor para él y que le facilita su autoconcepto y, por tanto, también su proyección social en una época donde los otros, el mundo exterior gobierna gran parte de su vida.

Cada persona es diferente y, por tanto, cada adolescente lo es. No todos atraviesan el mismo camino ni se encuentran con las mismas piedras así que en cada caso deberemos intentar comprender qué está sucediendo y por qué y buscar la senda más apropiada para aproximarnos a ellos respetando su identidad y su integridad como personas.

 

3. PAUTAS PARA PADRES Y EDUCADORES

El adolescente es un ser humano que necesita guia y acompañamiento, no tanto imposición o dirección. Es importante comprender sus motivos, escucharlos y dejarles un espacio de expresión de sus emociones. En su mente se abren diferentes frentes que no le permiten focalizarse y ello genera duda y alguna insatisfacción y la rabia se canaliza hacia espacios o personas inadecuados que aún van generando más insatisfacción. Intentemos entre todos hacer un ejercicio de introspección y de empatía y procuremos crear un clima de amor y confianza donde sea más fácil la comunicación.

Algunas pautas  podrían ser las siguientes:

 

  1. Mira la adolescencia como una etapa natural y necesaria para el correcto desarrollo de las personas.
  2. Entiende que los cambios son connaturales con la etapa. Cambios de humor, de relación, de pensamientos, de amigos, …
  3. El adolescente no va contra ti. No es un ataque personal. Es solo una forma de reafirmarse y de buscar su identidad.
  4. Ayúdale a regularse. Solo desde la calma y la reflexión te entenderá.
  5. No todos los momentos son buenos. Aprovecha para dialogar cuando haya apertura por su parte.
  6. No des consejos. Aprende a preguntar. Ayudaraás a generar autoconfianza.
  7. Habla con lenguaje positivo potenciando sus cualidades y destrezas.
  8. Da espacio para la expresión de las emociones. Ellas les informan de cómo va su vida y qué pueden hacer con ella.
  9. Respeta su intimidad. Todos necesitamos estar con nosotros mismos.
  10. Sé un buen modelo. Si queremos que nos escuchen, debemos escuhar, si queremos que nos respeten debemos respetar.
  11. Ofrece siempre tu guia y tu acompañamiento desde la adultez. Los adolescentes necesitan adultos que caminen junto a ellos, no colegas.
  12. Usa tu mirada hacia él o ella para proyectarlo hacia su descubrimiento y recuérdale que todos tenemos talentos que descubrir.
  13. Detrás de toda conducta disruptiva hay una persona insegura o que sufre. Averigua qué está pasando y ofrece un marco de diálogo y de acercamiento.
  14. Sé un modelo emocional adecuado. El ser humano aprende por imitación. Las palabras nos ayudan pero los actos nos impulsan al aprendizaje.
  15. Sé un buen ejemplo de transmisión de valores. Apoya sus iniciativas en este sentido. Actuar desde el respeto, la solidaridad, la confianza, el esfuerzo, …
  16. Anímale a hacer actividades que le plazcan y potencien su vinculación social o su desarrollo emocional.
  17. No olvides que la inteligencia emocional se entrena. Pequeños actos, detalles, espacios, gestos, palabras nos ayudan a desarrollarla.
  18. Potencia las emociones positivas. Si tu transmites alegría se contagia. El cerebro tiende a pensar en negativo para salvarse del peligro.
  19. Sé coherente con tus actos. Si somos coherentes transmitimos confianza.
  20. Nunca tiremos la toalla. Siempre hay un camino alternativo que podemos tomar.

¡Feliz viaje a través de la adolescencia!

 

Cristina López

Psicóloga

 

Desde Bonamind pensamos que todo es posible con  emoción, conexión y motivación.

 

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